En sus múltiples variantes, este brebaje mágico milenario a base de agua, cebada, lúpulo y levadura se convierte en la excusa perfecta para el encuentro entre amigos y el disfrute colectivo. Un lenguaje universal al que muchos lograron impregnar el sello de lo artesanal.
Invitar con un vaso de cerveza es mucho más que eso. Significa amistad, complicidad, ganas de compartir buenos momentos. Es que esta bebida fermentada es una de las más antiguas de la humanidad y ha logrado mantener su simbolismo intacto, tras conquistar seguidores en cada rincón del planeta, ya sea con su clásico sabor o bien con la gran cantidad de variedades que surgen de la experimentación.
Nace una estrella
Entre historias y leyendas es donde se ubica el origen de la cerveza. Las del antiguo Egipto lo atribuyen a Osiris, dios de la agricultura, que enseñó a los mortales la técnica para la fermentación de varias raíces, fenómeno concebido como un acto divino con fuerte carácter mágico.
Lo cierto es que si bien existen diversas crónicas acerca de su nacimiento, la gran mayoría coincide en hablar de un origen paralelo con el pan de cebada, un crecimiento en la Edad Media con la utilización del lúpulo y un desarrollo a gran escala con la revolución industrial.
Sin embargo, la tendencia de lograr una fabricación sin químicos, con “sello propio” es cada vez más solicitada por los consumidores que buscan deleitarse con sabores únicos y diferenciales.
