Te contamos cómo fue la travesía de Alejandro, quien ascendió al volcán Lanín para celebrar allí su cumpleaños y cumplir su gran sueño.
En su cumpleaños número 51, Alejandro Rodríguez cumplió un sueño que tenía hacía mucho tiempo: ascender al Lanín, el volcán ubicado en la provincia de Neuquén y cuya cumbre se encuentra a 3.776 metros sobre el nivel del mar. “Fue una locura que siempre quise hacer, mi autoregalo de cumpleaños, un pendiente que tenía conmigo”, cuenta emocionado.

EL EQUIPO DE EXPEDICIONISTAS EN EL INICIO DE LA TRAVESÍA, CON EL VOLCÁN LANIN DE FONDO.
La “locura”, como él la llama, empezó a gestarse hace ya más de un año. Junto a su amigo Nicolás comenzaron a delinear por aquel entonces cómo harían realidad ese sueño. “No es algo que uno pueda hacer solo, contactamos a una agencia para ir acompañados de un guía especializado y para que la experiencia fuera segura y cuidada”, dice.
La aventura empezó en el mismo momento en el que tomaron la decisión de avanzar con la travesía: “fue un año de entrenamiento físico intenso, sabía que iba a requerir mucho esfuerzo y que tenía que estar preparado”, recuerda Alejandro, quien bajó casi ocho kilos para estar en forma y se entrenó para ganar fuerza en sus piernas, haciendo caminatas y andando en bicicleta. Aunque se lo habían avisado, no imaginó que la exigencia sería tanta.

EL ASCENSO AL LANÍN ES UNA EXPERIENCIA INTENSA Y CONMOVEDORA. REQUIERE DE UN GRAN ESFUERZO FÍSICO Y DE UNA FORTALEZA MENTAL Y EMOCIONAL.

EL VOLCÁN LANÍN SE ALZA A 3.776 METROS SOBRE EL NIVEL DEL MAR. AUNQUE NO REGISTRA ACTIVIDAD DESDE EL SIGLO XVIII, ENCUENTRA INCLUÍDO EN EL CINTURÓN DE FUEGO DEL PACÍFICO. ESTE VOLCÁN DEFINE EL LÍMITE ENTRE ARGENTINA Y CHILE , Y CASI TRES CUARTAS PARTES DE LA MONTAÑA PERTENECEN AL TERRITORIO ARGENTINO, DENTRO DEL PARQUE NACIONAL QUE LLEVA SU NOMBRE.
La travesía
Antes de salir, los guías brindan una charla informativa sobre cómo van a manejarse en el ascenso y realizan una revisión del equipamiento.

La travesía completa se realiza en dos días. La primera jornada comienza temprano por la mañana. Luego de aproximadamente 4 horas y media de caminata se llega al refugio para almorzar, pasar el día descansando y preparando todas las cosas necesarias para el día siguiente.
El segundo día inicia aún más temprano, aproximadamente a las 2 de la mañana, cuando se levantan para desayunar y emprender el ascenso. Serán entre 6 y 7 horas hasta llegar a la cumbre, más 9 horas posteriores de bajada.


EN LOS REFUGIOS ES POSIBLE DESCANSAR Y COMER PARA RECARGAR ENERGÍAS. QUIENES DECIDAN NO CONTINUAR CON EL ASCENSO, AQUÍ ESPERAN A SU EQUIPO PARA LUEGO REGRESAR JUNTOS.
Un compromiso de grupo
Como el esfuerzo físico es mucho, en el ascenso es fundamental la responsabilidad individual para no perjudicar al resto. Uno tiene que decidir si está en condiciones de continuar o si prefiere abandonar en alguno de los trayectos, porque no puede regresar solo sino que debe hacerlo con el asistente o el guía. Si ya uno de ellos se fue acompañando a alguien y luego otra persona quiere regresar, tiene que volver todo el grupo.

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“El guía te avisa que, si bien la primera parte es brava, es la más fácil. El segundo tramo hasta llegar a la cumbre es un poco más difícil, y lo más difícil de todo es la bajada”, dice Alejandro. Con esta advertencia, su amigo Nicolás decidió quedarse en uno de los refugios y abandonar el recorrido.
Alejandro siguió adelante. “Cuando sentía que no podía más, que las piernas no me respondían, el guía me ayudaba, me hablaba, me motivaba para seguir. Ahí entendés que un 40% es esfuerzo físico y el 60% restante es mental y emocional”, cuenta.

ALEJANDRO EN LA CIMA DEL LANÍN, FLAMEANDO ORGULLOSO LA BANDERA ARGENTINA EN EL DÍA DE SU CUMPLEAÑOS. “CUMPLÍ MI SUEÑO, CERRÉ MI PENDIENTE”, DICE.
Cumple en la cumbre
El 19 de febrero pasado, a más de 3700 msnm, a Alejandro le cantaron el feliz cumpleaños. Había ascendido hasta la cumbre del Lanín, había cumplido su sueño.
“Cuando te faltan 5 metros para llegar te empieza a pasar por la cabeza todo lo que entrenaste, te preguntás con qué te vas a encontrar, si habrá valido la pena el esfuerzo”, relata Alejandro. “Y cuando llegamos, por un minuto y medio o dos, no pude hablar. Quedé impactado. Ahí la vista es increíble, se ve a lo lejos el volcán Villarrica, en Chile. Es una locura”, dice.
Mientras admiraba el paisaje, en esos 20 minutos que la excursión propone permanecer en la cumbre, Alejandro intentaba abarcar tanta belleza, tantos sentimientos. “No podía dejar de pensar en mi familia, en ese cumpleaños diferente, en ese festejo en plena naturaleza, con tanta paz. Es muy emocionante estar allí, todo el recorrido es emocionante. Miré a lo lejos y me sentí pleno, realizado. Eso era lo que quería, cerré mi pendiente”.
Lo que sigue para él es un nuevo desafío, una nueva aventura que aún no decide para qué rumbo lo llevará. Alejandro desvía su mirada, hace unos segundos de silencio y asegura: “La vida se trata de eso, de fijar metas, de cumplir sueños y de hacer cosas que te hagan feliz”.-

