¡Hola! Somos Jorge y Tobías de la provincia de San Luis. Para nosotros cualquier oportunidad de viaje es bienvenida, dentro o fuera del país. No perdemos la capacidad de sorprendernos con cada lugar, de recorrerlo, disfrutarlo con todos los sentidos y las emociones.
Un día de 2017 dijimos ¡¡¡Nos vamos a Colombia!!! y los “¡tengan cuidado!”, “¿¡tan lejos!?” surgieron al instante de parte de todos los que nos quieren y se preocupan por nosotros. Pero las advertencias no nos detuvieron, las entendimos como parte de la experiencia, como comentarios que pueden aplicarse a todos los viajeros, sin importar el destino y su lejanía.
Empezamos a preparar el viaje: vimos videos, leímos sugerencias de otros viajeros en los distintos sitios, recomendaciones que sólo nos hacían soñar despiertos con tan ansiado lugar, hasta que llegó el gran día y partimos a la fantástica Cartagena.

Barú cuenta con diversas playas, pero las más destacadas son Playa Blanca, Cholón, Agua Azul y Agua Tranquila. La primera es la más extensa, y como su nombre lo indica, tiene una arena clara, que contrasta con el agua color turquesa.

"la calidez y el buen trato que nos brindaron los colombianos nos hizo sentir más que relajados al recorrer las pintorescas calles de cada ciudad, tuvimos la hermosa sensación de ser un habitante más."

Nos alojamos en Getsemani, cerca del casco histórico. Allí los días y las noches son siempre calurosos, con un promedio anual de 31 grados, ideal para los amantes del verano eterno y el sol. El paisaje lo completan sus casas coloridas, sus balcones llenos de inmensas flores, sus vallenatos (un género musical autóctono de Colombia) sonando en toda la ciudad histórica, ejecutados por diferentes artistas callejeros, bailes típicos, muchos pero muchos vendedores ambulantes y las cercanías de hermosas playas como Baru, que hacen que este destino no se parezca a otro y que mute del día a la noche, siendo disfrutable en todo momento y en cada rincón.

La ciudad cuenta con edificios históricos, como el Castillo de San Felipe. Sus murallas y museos, como el de la Inquisición y el del Oro, ponen de manifiesto la importancia de esta urbe a lo largo de la historia.
Pero a este lugar no sólo lo identifican sus construcciones sino también sus sabores, la variedad de pescados, mariscos y demás platos típicos que fueron manjares para nuestro paladar.
La calidez y el buen trato que nos brindaron los colombianos nos hizo sentir más que relajados al recorrer las pintorescas calles de cada ciudad, tuvimos la hermosa sensación de ser un habitante más.
