Proviene del árbol Yacaratiá, que crece en la selva misionera. Estuvimos por la ciudad de Puerto Iguazú y nos dimos el gusto de probarla: te contamos todo de esta delicia increíble.
Jamás pensamos que podríamos comer madera, pero lo hicimos. Resulta que en la provincia de Misiones crece un árbol cuya madera es, para los humanos, la única comestible del mundo.
Cómo llega a la mesa del consumidor tiene toda una explicación: en 1991, el ingeniero químico y forestal Roberto Pascutti, un santafesino que trabajaba en Misiones, dio con un texto del año 1870, de un jesuita llamado Basalduá, que contaba que los aborígenes comían unas larvas que se generaban de los árboles Yacaratiá ya caídos, y que les eran riquísimas en proteínas. Con estos gusanos, de color blancuzco y del tamaño de un dedo gordo de la mano, los guaraníes se hacían una especie de brochette, los pinchaban con palitos y los calentaban al fuego para comerlos.
Pascutti pensó que si las larvas eran ricas en proteínas también lo sería su árbol. Y estuvo en lo cierto: después de muchas investigaciones, concluyó que el Yacaratiá es rico en minerales, vitaminas y fibras dietarias y que mediante varios procesos puede volverse comestible.
El ingeniero registró este descubrimiento y, desde entonces, la madera del Yacaratiá puede saborearse en distintos productos: alfajores, bombones, granola, bastoncitos dulces de madera frita, tablas confitadas de madera en almíbar, dulces artesanales y néctar de madera.
Nosotros probamos las tablas confitadas, que son dulces y fibrosas, distintas a todo lo que habíamos probado.
Y vos, ¿te animarías a saborear esta madera en alguna de sus versiones?