Paloma posa para las fotos y muestra tan sólo un poco de sus exquisitos movimientos. Sus manos se mueven ligeras y dulces, y su rostro transmite puros sentimientos. Acostumbrada a la prensa, se desenvuelve con tanta naturalidad que es fácil seguirla. Suave, cordial, armónica y segura de sí misma, así es Paloma: en la vida y en el escenario es un placer admirarla.
- ¿Qué es lo primero que viene a tu corazón y a tu mente cuando miras para atrás y ves tantos años de trayectoria? ¿Qué te hace sentir todo lo logrado?
- Que mi carrera es lo que es hoy por muchas cosas: cada día, cada maestro, cada escenario, cada coach, cada teatro. Por supuesto que el momento clave fue cuando empecé, por lo que mi maestra Olga Ferri y el Teatro Colón tienen mi corazón, ya que me han dado toda la base para bailar. El haber entrado a los 15 años al ABT es una de las experiencias más increíbles de mi vida, una de las más fuertes.
Hay que tener talento, pero también hay que tener garra, ganas, fortaleza, y hay que saber resistir la presión. Hay gente que se mata trabajando pero no nació con talento, y por mas que trate y trate, no va a llegar. Y también hay personas que lo tienen todo, pero les falta ese ‘algo’ especial, ese ángel que se necesita para subirse a un escenario y bailar.