Un viaje en familia, una ocasión para el encuentro y una gran oportunidad para celebrar la vida. El relato de un festejo lleno de amor y emoción en las playas del Caribe.
Respiré hondo, miré al cielo y agradecí. A mi alrededor, mi familia reunida en una mesa en la playa y de fondo, el mar. El sonido del agua calma de Bayahibe se adivina cerca en la oscuridad de la noche. Nos alumbran algunas antorchas y la luna, que brilla enorme y entera y dibuja su contorno sobre las olas. Estamos felices y emocionados, llenándonos el cuerpo y el corazón con el aroma de este aire, con los sabores de los platos que desfilan durante la cena, con la música del violín entonando boleros y la imagen de nuestros papás bailando pegaditos, abrazados, como si los 53 años juntos que festejan no hubiesen pasado, como si fuera la primera vez que se regalan ese momento, ese baile. Para todos nosotros, la bendición de presenciar una escena mágica de la que somos parte, porque somos familia, clan, historia y unión.





El festejo de cumpleaños n°80 de nuestra mamá y el aniversario n°53 de nuestros papás, dos eventos que tuvimos la dicha de celebrar en las paradisíacas playas de Bayahibe.
El inicio del viaje
La ciudad de Bayahibe, en República Dominicana, fue el destino que elegimos para la ocasión, para festejar ese increíble aniversario y sobre todo, para agasajar a nuestra mamá, que soplaba ese mismo día sus 80 velitas. Dos eventos únicos que merecían un viaje soñado que empezó a gestarse mucho antes, durante cada domingo compartido, en cada asado, entre mate y mate.
De a poco, la ilusión fue tomando forma hasta convertirse en algo real, tangible. Pasajes en mano y hotel reservado, nos subimos al avión los 13: somos una montaña de suegros, padres, hijos, nietos, yernos, nueras, tíos, sobrinos y primos. Por momentos, una multitud y por otros, un bloque indivisible disfrutando cada segundo de cada día.


toda la familia en la playa, disfrutando de los días previos al festejo. Aún no teníamos idea de lo increíblemente hermoso que sería.


Una vida all inclusive
El hotel Catalonia Bayahibe es pequeño y familiar, de estilo colonial y con 16 villas de habitaciones repartidas en dos y tres pisos. Su estructura se funde con la naturaleza y uno pierde noción de qué rodea a qué: las palmeras enmarcan los caminos por donde se anda el día entero de aquí para allá, entre los bares, restaurantes, playa y piscina. El viento ondea las hojas y se agradece la brisa que otorgan esos abanicos naturales, mientras el sonido de mil pájaros componen una melodía que jamás habíamos escuchado.




el hotel catalonia bayahibe es ideal para disfrutar en familia. está rodeado de frondosos jardines tropicales y tiene salida directa a la playa dominicus.
El primer impacto nos lo regala la playa Dominicus, una extensión de arena blanca coronada por un mar sereno y turquesa. El paisaje es hipnótico, de postal. Disfrutamos de esas aguas por horas, repartiendo miguitas de pan en la superficie para esperar al cardumen que se acerca amistoso a alimentarse y nadar entre nuestras piernas.
Los días transcurren unos iguales a otros, no necesitamos nada más para ser felices: desayunos all inclusive para comer lo que jamás imaginamos a esas horas, piscina con barra de tragos, un restaurante frente al mar para saborear platos exquisitos, tardes en la arena y bajo las palmeras y la visita obligada al Merenguero, un bar en donde por las noches sale baile y karaoke. Aquí la bachata es reina y el que no sabe, aprende rápido el paso básico para sumarse a la fiesta.




la playa dominicus es la más hermosa de la zona. los almuerzos en el restaurante terrace son imperdibles, con platos a la carta y una vista al mar caribe que parece de ensueño-
El día más esperado
El festejo arrancó a las 12 en punto del 24 de febrero. Esa noche, en el Merenguero, con mega show y baile, todos cantamos el feliz cumpleaños. Todos, no solamente la familia sino cada una de las personas que estaba allí, que sumó su voz para la que sería la primera de muchas sorpresas.
El día inició oficialmente por la mañana, con un desayuno plagado de globos y cotillón que llevamos desde casa. Mesa para 13 en el buffet y una ambientación que trasladamos luego a la sombrilla de palmeras en la playa.


arrancamos con todo: desayuno con globos y cotillón para recibir a la cumpleañera.
La noche que soñamos
El cielo se llenó de estrellas enormes esa noche, el viento entró en pausa y todo el alrededor hizo silencio. Llegamos a la playa primero, los once, para ver cómo había quedado armada la sorpresa que contratamos. Una mesa sólo para nosotros a orillas del mar, rodeada por una pérgola con telas blancas y globos, arreglos de flores naturales, antorchas y pequeñas lámparas de mesa. Absolutamente hermoso.

la mesa para nuestra cena quedó mejor de lo que soñamos: cortinas blancas, flores naturales, antorchas y, de fondo, el mar.
El desafío era llevar a nuestros papás allí sin develar el encuentro. Con la ayuda del personal del hotel, los condujimos hacia la playa, con la excusa de que nos reuniríamos en ese lugar para ir juntos a un restaurante cercano.
El reloj marcó la hora pactada y el corazón de todos quienes esperamos se sincronizó en un mismo latir. Estamos listos, expectantes, aguardando el ingreso de los agasajados. La voz de Frank Sinatra invade el aire desde un parlante cercano con la canción que elegimos para este momento: My Way. La panza alborotada y la garganta en un nudo aguantando las lágrimas. Parece una misión imposible, pero todavía no vale llorar. Necesitamos los ojos limpios para admirar lo que viene.
el momento más inolvidable de la noche, cuando llegaron nuestros papás y se encontraron con todos nosotros, que los esperábamos felices y emocionados.
Una familia celebrando la vida
Nuestros papás caminan juntos, a paso lento. Estamos algo lejos aún para poder distinguir sus expresiones. Traen una copa de champagne en su mano y una incógnita. No tienen idea de lo que les espera y podemos ver cómo el asombro se va apoderando de sus rostros poco a poco.
Nuestra mamá es una quinceañera ingresando a su fiesta. Me grabo su cara, sus ojos enormes, su sonrisa inigualable. Me llevo para siempre la emoción de mi papá, su mirada empañada y su gesto de amor profundo. Pongo rec en mi memoria para que este momento se repita en un loop cuando estemos lejos de aquí, de nuevo en casa, recordando esta noche. Dejo que la emoción me invada, y el llanto, y la risa feliz, y el abrazo apretado en una ronda entre los 13. ¿Hay acaso algo más maravilloso que hacer felices a los que amamos?






bailamos, nos abrazamos, nos reímos y también lloramos de felicidad. Siempre juntos, agradecidos y celebrando tanto amor.
La cena transcurre bajo un cielo plateado de estrellas. De pronto, un violinista aparece y nos regala su música. Nuestros papás se miran y con un gesto cómplice se invitan a bailar un bolero. Suenan los acordes de “Bésame mucho” mientras ellos se balancean al ritmo, lentamente, sentidamente. Nos regalamos esos minutos para admirarlos, para acompañar de lejos su momento, hasta que de a poco nos vamos sumando todos, con los pies descalzos y cambiando de pareja para tener la excusa de abrazarnos de nuevo.
Somos felices aquí y ahora, en este baile, en esta arena. Así, sin más necesidad que la de hacer fluir en espiral este amor infinito, juntos y celebrando la vida.





QUÉ TENÉS QUE SABER DE BAYAHIBE:
- ¿Dónde se encuentra?
Bayahibe está ubicada en la costa del Caribe de República Dominicana. Se encuentra a aproximadamente 6.000 km de Buenos Aires y a 67.8 km de Punta Cana. - ¿Cómo llegar?
Desde Buenos Aires, el viaje en avión es de aproximadamente 7.30 hs hasta el aeropuerto de Punta Cana. Desde allí, son 50 minutos por carretera hasta Bayahibe (se puede ir en autobús, taxi o auto particular) - ¿Cuál es el mejor momento para ir?
Bayahibe goza todo el año de un clima tropical por lo que siempre se puede disfrutar de sus playas. Los meses más recomendados son de diciembre a abril, por ser los más secos - ¿Qué hacer en Bayahibe?
1- Sin dudas, sus playas son la estrella del lugar: poseen arenas blancas finas, aguas cálidas de poca profundidad, poco oleaje y una exuberante vegetación.
Hay una playa pública y playas privadas para huéspedes de hoteles. La más destacada es la playa Dominicus, la primera del país en recibir la prestigiosa certificación ambiental Bandera Azul.
En todas ellas es posible hacer actividades acuáticas: snorkel, buceo, kayak, entre otras.
2- Se puede, además, recorrer el pueblo pesquero de Bayahibe, situado en el borde del Parque Nacional del Este, en un entorno natural bordeado por aguas color turquesa, con casas tradicionales, manantiales, playas de arena blanca y manglares. Es el lugar perfecto para disfrutar de la puesta del sol en atardeceres de ensueño.
3- Desde el Puerto de Bayahibe zarpan las embarcaciones de excursiones a las islas de la zona, como la Isla Saona o la Isla Catalina. - El Hotel donde nos alojamos:
Catalonia Bayahibe es un hotel all inclusive para familias ubicado en primera línea de la playa Dominicus. Al lado está el Catalonia Royal La Romana – Adults Only, la versión del hotel sólo para adultos y especial para parejas.
