La creadora de #ViajoSola -un espacio en donde promueve recorrer destinos en solitario - asegura que sólo es posible disfrutar de la soledad cuando uno está bien consigo mismo, que los viajes son transformadores y que aún hay mucho por mejorar en el turismo en Argentina.
Charlar con Valeria Schapira es de por sí un viaje. Uno de esos alegres, divertidos, ricos y que te llevan por muchos lugares. Valeria es periodista, guionista y escritora, pero ante todo es una mina que supo liberarse de los prejuicios y vivir la vida siendo fiel a sí misma y a sus deseos.
“Viajo sola desde que tengo 17 años”, cuenta. Y sostiene que si bien los tiempos han cambiado, algunas ideas aún persisten: “Hay una mirada que sigue siendo hostil para con una mujer que viaja sola, que pareciera que por eso no está completa”. En ese sentido, con su estilo auténtico y desfachatado, Vale se ríe y asegura que “siempre me chupó un ovario lo que piensen los demás”.
"Por la única razón por la que extraño a mi ex marido es porque manejaba dos mil kilómetros y nos recorríamos la Argentina de punta a punta en auto. Fantaseo con algún día encontrar a alguien con quien pueda viajar y cagarme de risa, no porque lo necesite a mi lado sino porque sería re divertido contar con un compañero así”.
Viajar es amor
Viajar sola le permitió vivir experiencias únicas: “conocí amores, tuve historias que de otra manera no hubiese vivido. Siempre se encuentra gente hermosa en los viajes”, comenta.
De esos ‘amores’ nacieron las historias que plasmó en su columna “Amores de Viaje”, en Clarín, donde comparte anécdotas románticas vividas en distintos destinos, desde la del estanciero post divorcio que conoció en un Club Med en Brasil, hasta la historia de amor con sede en la Antártida y otra internacional bajo el cielo de New York.
Vale cuenta sus romances pero cuando habla de amor, lo hace en un concepto más amplio. “Yo lo llamo ‘el buen amor’ –dice-, que es, básicamente, estar bien con uno mismo. Nos enseñaron que el ‘buen amor’ es estar en pareja, esa idea espantosa de la ‘media naranja’, cuando en realidad uno es ‘una fruta completa’. Si nos conjugamos con otro haremos una linda frutera, pero no necesitamos a nadie para completarnos, somos seres completos”.
Su experiencia de viaje por el país
“Hace 20 años, estando casada, recorrimos en auto con mi ex pareja lugares inhóspitos del país, conozco prácticamente toda la Argentina. Y durante la pandemia vino mi tiempo de redescubrir Buenos Aires; tenía una deuda pendiente con esta ciudad de la que estoy enamorada”, cuenta.
Viajera solitaria, celíaca y vegetariana, Vale ha tenido que superar por todo ello algunos obstáculos extra en sus recorridos y entiende que hay cosas que se podrían mejorar en materia turística nacional. “Cuando viajás solo, o te meten en una habitación con un desconocido con quien no tenés ganas de compartir, o te sacuden con una single a un 10% menos que una doble”, dice. Algo parecido le sucede a la hora de comer: “en los restaurantes, cuando decís “mesa para uno”, te terminan mandando al lado del baño”, se queja. Como celíaca y vegetariana, muchas veces no le es fácil encontrar un lugar en donde poder comer bien. “Creo que es falta de empatía. Es lo mismo que no tener una rampa para la persona que llega en silla de ruedas”, afirma.
Un viaje interior
Abrir la cabeza. Transformarse. Crecer. Despegar y desapegar. “Los viajes te vuelven humilde, te sacan del etnocentrismo de la gran ciudad, de pensar que la única forma de vivir es esta”, dice. Y entiende que todo viaje implica también un viaje interior: “Todo depende de cómo uno esté con uno mismo. No hay países ni personas hostiles, es lo que uno da y lo que recibe a cambio. Los viajes en los que no la he pasado bien, fueron aquellos en los que yo no estaba bien”.
( Podés ver la entrevista completa en nuestro feed de IG: @cambiodeaire.cda )