Bien al norte de Brasil, esta exuberante ciudad es todavía un enigma para el turista argentino. Un destino fascinante y poco convencional para descubrir playas de ensueño, una comunidad sustentable y toda la biodiversidad del Amazonas.
El aire cálido y húmedo se presenta una vez que se traspasan las puertas automáticas del aeropuerto Internacional de Val de Cans, en la ciudad de Belém, capital del Estado de Pará.
Situada estratégicamente en la bahía de Marajó, al sur de la isla del mismo nombre, es la puerta de entrada de la Amazonia, con todo lo que ello significa: biodiversidad, sustentabilidad, exuberancia, cultura y su gente que desborda amabilidad.
UN MERCADO CON RITMO CITADINO
Para conocer la vitalidad de la ciudad, el lugar indicado es el Mercado Ver-o-peso donde se percibe el ritmo frenético de gente yendo y viniendo entre largos puestos de venta distribuidos en un orden caótico, con vendedores llamando a probar y comprar sus productos (como el típico peixe com açaí), y un sinfín de aromas y colores que despiertan los sentidos.
Por entre los poblados pasillos se encuentran frutas nunca antes vistas (cupuaçu, bacuri, muruci, etc.), semillas de tamaños diversos y camarones infinitos, el típico açaí, bolsas de harina de tapioca, castañas de pará y también de cajú, cajas con bananas y numerosos pescados de un tamaño asombroso, todos productos regionales paraenses, además de las infaltables pociones e infusiones naturales para cualquier tipo de dolencias.
Un turismo de base comunitaria Belém ha hecho del turismo sustentable una política de estado: en las ciudades de Soure y Salvaterra, de la isla de Marajó, se practica el "Turismo de base comunitaria". Aquí los pobladores autogestionan los recursos naturales y culturales de manera que los beneficios sean distribuidos más equitativamente que aquellos de grandes emprendimientos e inversiones.
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ATRACTIVOS PARAENSES
Belém presenta otros imperdibles para visitar y conocer, como el Teatro de la Paz, inaugurado en 1878 durante período del auge del caucho e inspirado en la Scala de Milán, y que rivaliza en esplendor con el teatro de Manaus, la gran urbe amazónica.
También la cidade velha, con su impronta colonial portuguesa; el Mercado de Carne, de especial fisonomía; el Forte do Presepio; y la Basílica de Nuestra Señora de Nazaret, donde se realiza una de las más grandes fiestas religiosas del mundo, entre otros.
ISLA DE MARAJÓ: TURISMO SUSTENTABLE, PLAYAS Y BÚFALOS
A sólo un par de horas en catamarán navegando por el río Paracuararí, uno de los tantos que forman parte del delta del río Amazonas, se encuentra Marajó, una isla de más de 42.000 kilómetros cuadrados (más grande que Suiza).
Edgar nos espera para llevarnos, sonríe desde su combi, que está reluciente, impecable. Conoce la Isla de Marajó como pocos desde que empezó a recorrerla con sus Van desde 1977. Se alegra cuando el visitante disfruta de un licor de açaí, “que también prepara mi madre”, confiesa, y cuando reconoce su cultura, los bueyes, la cerámica marajoara, la gente.
“Yo veo lo que el cliente quiere de acuerdo a lo que pide: un tour de playa, fazendas, pájaros, gastronomía, y les ofrezco un tour a medida, de uno, dos o tres días”, detalla.
ph. Carlos borges/sebrae
UN TURISMO DE BASE COMUNITARIA Belém ha hecho del turismo sustentable una política de estado: en las ciudades de Soure y Salvaterra, de la isla de Marajó, se practica el "Turismo de base comunitaria". Aquí los pobladores autogestionan los recursos naturales y culturales de manera que los beneficios sean distribuidos más equitativamente que aquellos de grandes emprendimientos e inversiones.
El recorrido nos lleva por las ciudades de Soure y Salvaterra, bañadas por aguas de río que se entremezclan en cierto período de tiempo con las del océano atlántico. Esta simbiosis hace que el sabor de las aguas pueda variar del dulce al salado según los meses del año. Las enormes extensiones de arenas blancas y aguas cálidas esperan con sus sombrillas de paja y hamacas para el descanso. La playa del Pesqueiro cuenta con todos los servicios para recibir al turista, que por lo general procede de Francia dada la cercanía de la frontera con Guayana.
De la madera de algunos árboles se extrae un gusano comestible.
¿ te animarías a probarlo?
ph. Carlos borges/sebrae
Para descubrir la cultura de los pobladores y conocer de primera mano el concepto comunitario del turismo con el que se manejan, resulta una experiencia invalorable conocer la Comunidad do Pesqueiro y la Comunidad do Ceu, en la que guías locales llevan al visitante a navegar en embarcaciones entre manglares, participar de una procesión marítima, vibrar al ritmo del carimbó y degustar los típicos platos locales en base a pescado fresco, cangrejos o carne de búfalo.
ph. Carlos borges/sebrae
Y es justamente el búfalo uno de los distintivos de la isla. Según cuentan los lugareños llegó a estas tierras como consecuencia de un naufragio en el siglo XIX y se adaptó fácilmente al calor, la humedad y la llanura. Ahora, no sólo proveen de las proteínas necesarias, como leche o carne, sino que son de una docilidad fuera del común, al punto que hasta la policía local los utiliza como medio de transporte para la seguridad urbana. Experiencia turística recomendable para saber todo sobre el búfalo: la fazenda Mironga.
la carne de búfalo es una comida muy popular en el lugar. Además, se producen quesos y dulce de leche de este animal y se utilizan para la realización de distintos platos y postres.
ph. Carlos borges/sebrae
Los paseos por la isla pueden incluir un recorrido en canoa por Igarapé entre manglares, nado con búfalo, visita a las playas de Joanes, Salvaterra y Soure, o una noche cultural con show de Carimbó, “lo que quiera el turista”, asegura Edgar.
show de carimbó.
ph. Carlos borges/sebrae
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Edgar Transporte & Turismo
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