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Rocio Pujol

Nuestro viaje por el Valle de Calamuchita

Un recorrido en familia por el centro de la provincia de Córdoba. Paisajes serranos llenos de tradiciones y un circuito para descubrir lugares mágicos que no figuran en el mapa.

La travesía inició con un vuelo al alba, bajo un cielo tormentoso. Viajé embarazada de Ámbar de 5 meses, con una panza enorme y acompañada por mi marido Juan Pablo y nuestro pequeño León, de 3 años. Las turbulencias nos impidieron relajarnos del todo. “Buen momento para ocupar la cabeza en otra cosa y repasar el circuito del viaje”, pensé. Córdoba nos espera y hay mucho por conocer.

Aterrizamos, con bastante sueño y más ganas de iniciar el recorrido. Al volante de un auto rentado, fuimos compartiendo un desayuno reconfortante y necesario: café doble y unos alfajores cordobeses con corazón de frutos que fueron nuestro primer contacto con las tradiciones del lugar.

Tomamos la Ruta Provincial N°5 para adentrarnos en el centro de la provincia, más precisamente en el Valle de Calamuchita. Alternamos entre ingresos a pueblos y campos con sembradíos y animales de granja que fascinaron a León. El cielo se despejó de pronto y en menos de 2 horas de recorrido, el paisaje serrano nos invitó a desacelerar.

JUAn pablo y león, disfrutando de los paisajes de la cumbrecita.

Cuando ingresamos a Los Reartes, el sonido de nuestro 0km rentado era el único que irrumpía la calma de la siesta".

La primera parada fue en Villa General Belgrano, una comuna en la que se destacan edificaciones alpinas, pintorescos comercios con fachadas en madera y pasajes decorados con coloridos canteros de flores.

Mientras esperábamos por una degustación de salchichas germanas con chucrut en un patio cervecero -previa visita a su fábrica artesanal-, un inspector de tránsito en la vía pública llamó nuestra atención: su altura, contextura física y blanca tez salen de la media. Es descendiente de la ola de inmigrantes centroeuropeos que llegó hasta estas tierras por el siglo XIX, encantados por las semejanzas del paisaje con los cantones y valles europeos de la zona de Suiza, Alemania y Hungría.

Villa general belgrano, la primera parada del recorrido.

A 40 minutos de este paraje, nuevamente por la RP 5, llegamos a la bella Cumbrecita, otro de los reductos donde el valle cordobés se convierte en un fantástico crisol de etnias nacionales, de colonias de inmigrantes y turísticas, y donde volvemos a reconocer fisonomías europeas. Susy atiende una pequeña tienda gourmet en este pueblo alpino y peatonal. Es castaña, con unos enormes ojos celestes y unas mejillas eternamente sonrojadas. Ella continúa con muchas de las tradiciones que su familia le heredó, especialmente las culinarias: “preparo la masa y su relleno de la misma manera que lo hacía mi tía abuela”, nos contó con orgullo mientras nos servía un exquisito strudel de manzanas.

De regreso, desviamos nuestro camino hacia otro punto turístico: Los Reartes. Cuando ingresamos al poblado, el sonido de nuestro 0 km rentado era el único que irrumpía la calma de la siesta. El pueblo, declarado en el año 2006 como Primer Pueblo Patrio de la provincia de Córdoba, conserva en cada uno de sus rincones una muestra evidente de la identidad criolla y campestre. Calles empedradas, edificaciones coloridas de fachadas simples, pulperías con ladrillos a la vista y una bella capilla de estética muy tradicionalista componen la escena. El lugar preserva circuitos históricos y naturales de baja dificultad, como el sendero con huellas talladas por los comechingones, en los márgenes del río Los Reartes.

Descanso con el arrullo del río

El radiante sol de un nuevo día nos despertó temprano y, sin dudarlo, elegimos pasar la jornada en Santa Rosa de Calamuchita para refrescarnos en una de sus playitas rodeadas de verde vegetación. Nos sentamos sobre las rocas salientes del río Santa Rosa: allí, el mejor plan fue disfrutar de la brisa suave y el paso ligero del agua bajo nuestros pies.

Después de un rato que valió el relax, retomamos la RP 5, en un camino en el que las curvas y contracurvas se volvieron cada vez más pronunciadas. Después de unos 30 minutos de marcha apareció ante nuestra vista una maravilla escondida entre sierras chicas: el gran espejo de agua dulce de Embalse de Río Tercero, la reserva más grande de la provincia. Si bien es posible recorrer su tranquilo caudal en distintas embarcaciones, nosotros decidimos observarlas desde un parador en altura, mientras saboreamos un pejerrey y calmamos el chillido de nuestros estómagos.

Nuestro viaje estuvo lleno de paradas inesperadas, de hallazgos fascinantes, de lugares que no figuran en ningún mapa turístico y que fuimos descubriendo conforme avanzamos por los pueblos. Senderos boscosos, rincones gastronómicos, escalinatas para bajar al río, arroyos en donde bañarse y pueblos pintorescos repletos de historias y tradiciones. El Valle de Calamuchita es un destino plagado de experiencias inolvidables. Prometimos volver.

Tips de viaje:

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Rocio Pujol

Rocío es Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Lectora voraz y redactora apasionada por la tecnología y el turismo. Podés seguir sus contenidos a través de su cuenta en Twitter @RocioPujol

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