Una experiencia inolvidable que vivimos en familia durante nuestras vacaciones. Una travesía por el Bosque de los Huskies, en trineos y deslizándonos por la nieve a toda velocidad.

Vacaciones en familia con dos pequeños de 8 y 5 años desbordados del entusiasmo por descubrir la nieve por primera vez. Lo que parecía una energía imposible de contener, encontró su cauce en un rincón mágico del Cerro Chapelco, en la provincia de Neuquén: el Bosque de los Huskies, a 1.600 metros de altura, donde nos esperaba una experiencia inolvidable.

Allí, un grupo de huskies siberianos se preparaba para llevarnos a recorrer los bosques nativos en trineo. Sus portes imponentes y el celeste penetrante de sus miradas infundía un respeto que, a medida que nos acercábamos, se iba diluyendo. Estos perros en apariencia eran fuertes como lobos, pero con actitud de cachorros amables y juguetones que esperaban con las mismas ansias que nosotros salir de paseo.
Por peso, los niños compartieron vehículo y fueron acompañados de un guía, quien antes de emprender el viaje nos explicó las medidas de seguridad, el entrenamiento de los perros y la especial relación que se establece con ellos. Lo que no nos anticipó fue la intensidad de la expedición: una aventura que conjuga naturaleza y emoción al extremo.


El trineo avanzaba sobre senderos nevados y crujientes, mientras el aire fresco de la montaña nos llenaba de energía. Entre subidas y bajadas, el juego de luces y sombras se filtraba a través de los altos árboles de lenga, que pueden alcanzar alturas de hasta 30 metros. Cada tramo recorrido nos regalaba una nueva postal para atesorar en el recuerdo.
A mitad de camino, un alto nos permitió tomar algunas fotografías, contemplar la inmensidad del paisaje y agradecer a los incansables huskies que, con majestuoso andar, dejaron huellas en la nieve y en nuestros corazones.
