Disfrutar un día en contacto con la naturaleza es un mega plan para quienes vivimos diariamente la locura de las grandes ciudades. Si a eso le sumamos un almuerzo de lujo, entretenimiento para los más chicos y la posibilidad de interactuar con animalitos de granja, el programa se completa ampliamente.
Salimos temprano hacia la localidad de Carlos Keen, en la provincia de Buenos Aires, con la promesa de vivir un día inolvidable. Nuestras expectativas eran altas, es cierto, pero nos habían dicho que no íbamos a encontrar en la zona un lugar mejor que éste.
Llegamos a “Complejo Los Leones” algunos minutos antes de las 11. Es un predio enorme y verde, son 10 hectáreas de césped prolijo y parejo. En el ingreso, un camino escoltado por árboles bellísimos que nos dan la bienvenida.
Cecilia nos recibe con una sonrisa y nos acompaña hacia el salón principal, en donde ya están preparadas las mesas para el almuerzo. Dejamos allí nuestras cosas y salimos a pasear por el lugar. Afuera, mesitas al aire libre, con sombrillas y sillas plegables para ubicarte donde gustes. Facu, Alma, Loli y Chari, los pequeños de la familia, salen corriendo hacia los toboganes y el inflable, mientras papás, tíos y abuelos nos disponemos a disfrutar de unos mates al sol. Hay un chiringuito para comprar bebidas y cosas ricas.
Nosotros, los adultos de la familia, disfrutamos una tarde hermosa al sol, caminatas por el parque y charlas con los que más amamos. Nos estamos llenando de naturaleza plena y felicidad.".
Un paseo por la granja y una aventura en tirolesa
Llegó el momento más esperado, sobre todo por Charo, que fue la que motivó a toda la familia “a ir a ese lugar en donde se puede acariciar a los animalitos”. El complejo cuenta con una granja con gallinas, pollitos, vacas, caballos, ponys, burros, un chanchito, dos llamas, conejos, cobayos y hasta un ciervito bebé llamado Coco, que se roba los suspiros de grandes y chicos.
Junto a los cuidadores, los niños arman filas ordenadas para ingresar de a dos a hacerle una caricia al chanchito, darle de comer heno a las vacas y caballos y observar cuando Coco toma la mamadera. Las caras de felicidad de todos son el espectáculo más lindo, verlos interactuar tan respetuosamente con los animales, con la emoción de conectar con la naturaleza.
A la granja le sigue una aventura en tirolesa en donde se pasan un buen rato deslizándose, una y otra vez, hasta la hora del almuerzo (todos menos Charo, que desde que visitó a los animalitos no se quiso separar de ellos ni por un segundo y se quedó acompañándolos).
Panza llenísima, corazón más que feliz
Para la hora del almuerzo, hay opciones de parrilla libre y platos a la carta, menú kids y alternativas vegetarianas, veganas y también para celíacos. El menú de campo es libre e incluye entrada, parrilla, postre y bebidas. En la opción a la carta hay de todo para elegir, como carnes elaboradas, pastas, pescados y hamburguesas, entre otros, todo exquisito y súper abundante. Juro que cominos a más no poder.
La atención de Ahisa, nuestra camarera, es impecable, como la de todo el personal del lugar. Realmente uno se siente en el comedor de su casa (bueno, un comedor bastante más amplio, jeje)
En el medio del salón, una plaza blanda con juegos y animadores, para que los chicos se diviertan a la vista de sus papás: está ubicada estratégicamente para que se la pueda ver desde todas las mesas. Realmente están en todos los detalles para que cada momento sea disfrutable para grandes y chicos.
Paseo en sulky y un petiso bien Mansito
Luego del almuerzo y hasta las 18 hs, un sulky espera con la yegüita Marisa para salir a pasear. A su lado, el caballo Mansito lleva en su montura a los más peques. Las propuestas parecen inagotables: para los chicos más grandes y los adultos que se animen a un subidón de adrenalina, está el giroscopio (o “el mareado”, como le dicen aquí), una esfera giratoria que los hace dar vueltas como locos y los deja felices.
Hay una segunda visita guiada a la granja para quien quiera repetir (Charo anotadísima) y una nueva ronda de tirolesa para todos los que se hayan quedado con ganas de más.
Nosotros, los adultos de la familia, disfrutamos una tarde hermosa al sol, caminatas por el parque y charlas con los que más amamos. Nos estamos llenando de naturaleza plena y felicidad.
Merienda potentosa y un show para el final
Aunque no tenemos hambre, mirar la mesa dulce que preparan para la merienda nos abre el apetito, no podemos irnos sin probar algo de todo esto: churros, torta fritas, donnas, facturas, libritos de grasa, pasta frola y otras delicias que son un atentado a la moderación. Jugo, cafecito y té para esta tarde, y por supuesto agua caliente para seguir con el mate.
Mientras merendamos, el payaso Nano hace un show de humor y malabares que nos saca la sonrisa número un millón. Todo en este lugar es magia. Estamos a sólo 45 minutos de la capital pero en un mundo muy lejano, distinto a todo, desconectado de los tiempos rápidos y acelerados y conectados con el relax y el disfrute.
Es hora de volver a casa. Cada una de las propuestas, la calidez y esmerada atención, las instalaciones impecables y todos los detalles tan cuidados hicieron que este día fuera una experiencia completa. Nos vamos agradecidos y llenos de momentos felices.
Si te gustó esta propuesta, tomá nota:
¿Dónde? A 70 kilómetros de la Capital Federal, camino a Carlos Keen, km. 4,5, Luján, Provincia de Buenos Aires.
¿Cuándo? Sábados, domingos y feriados, de 10 a 19 hs.
¿Querés más info? Visitá @complejolosleones
Y acordate que si vas a reservar, ¡podés aprovechar el CUPÓN DE DESCUENTO de Cambio de Aire!
¿Querés conocer más de la historia de este lugar? Aquí te dejamos el link a la nota.
